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miércoles, 14 de septiembre de 2011

“La nostalgia embellece lo vivido y crea símbolos donde no los hay” 14/09/11 La España de los 80 y su ejercicio de la libertad, es el tema de su última novela, “Lo que queda por vivir”. Por Susana Reinoso

“La nostalgia embellece lo vivido y crea símbolos donde no los hay”

14/09/11 La España de los 80 y su ejercicio de la libertad, es el tema de su última novela, “Lo que queda por vivir”.
Cada vez que se elige se toma un riesgo. La escritora española Elvira Lindo decidió asumirlo en su reciente novela Lo que me queda por vivir (Seix Barral), una historia sobre el recuerdo y sus efectos colaterales al cabo del tiempo. Su protagonista se le parece mucho (es una exitosa guionista que trabajó en la radio y la TV), pero la autora dice que no es ella ni su alter ego. Lo que le pertenece, en tal caso, es la memoria de los años 80 en la que aprendió el ejercicio de la libertad.
El libro, que será presentado hoy en Dain Cultural de Palermo a las 19, no es en sentido estricto una autobiografía ni una novela generacional. Pero tiene algo de eso. Los años 80 en España, la búsqueda de la libertad, la soledad, la ausencia de perspectiva cuando se protagoniza una época, la relación madre-hijo, la de una mujer con su ambición, y el tiempo que modifica los recuerdos y proporciona una dimensión sobre el pasado que siempre se las ingenia para regresar y enseñarnos que ya no somos los que fuimos.
Elvira Lindo, cuya agenda esta semana es apretada –ayer se presentó en el Filba en diálogo con la editora Patricia Kolesnicov y mañana lo hará en la Librería Eterna Cadencia, a las 17–, compra música por Internet. Así se le apareció el título en la voz de la cubana Omara Portuondo y un bolero memorable: “Me costaba titular una historia que es la vida misma y es un dejarte llevar por los recuerdos. De pronto ese bolero fue una revelación. La letra tenía que ver con lo que quería contar”, dice Lindo.
“Yo pretendía de verdad hablar sobre el recuerdo, la forma caprichosa en la que aparece y la sensación de no haber concluido historias de nuestro pasado. Esta es una mujer de 40 y pocos años que recuerda en forma confusa un pasado que ella cree cerrado, pero que se le presenta 15 años después. Esos recuerdos le confieren una perspectiva sobre su segunda vida”, dice Elvira Lindo tras aclarar que le resulta difícil definir la materia de su libro.
A la protagonista, dice la autora, le pasa lo que a casi todos: “Me ocurre también… es una necesidad de protegernos de lo que nos pasó. Esta es una novela sobre la intimidad, la de revelar lo que ha estado en el pensamiento y en el corazón. Hay mucha materia prima de mi vida y de la vida de otros en este libro”. Venció su miedo a escribir Lo que me queda por vivir consultando con su marido, el célebre Antonio Muñoz Molina.
Sobre la explosión libertaria de los 80 en España se ha escrito mucho. “La nostalgia embellece lo vivido y se crean símbolos donde no los hay”, reflexiona la voz narradora en la novela. Sin embargo, dice la escritora, “en el recuerdo se literaturiza lo vivido. Yo viví intensamente aquellos años. A cierta edad caes en la tentación de exaltar los años de juventud y engañar a los que hoy son jóvenes. Pero es arrogante decirles a los jóvenes que en aquellos años no éramos acomodaticios. La juventud que aparece en este libro está confusa”.
¿Cómo llega España de los jóvenes libertarios de los 80 a los indignados de 2011? En aquellos años estaba la sombra de la droga, un concepto de libertad poco claro... pero quitando eso había una perspectiva de progresar, de mejorar tu nivel de vida. Fue una época muy creativa en los medios, de ensanchamiento de la libertad creativa. De esos años viene Almodóvar. No éramos más valientes, pero había espacios donde poder desarrollarte. Los jóvenes de hoy tuvieron una infancia consentida y ahora tienen una perspectiva muy ensombrecida de futuro. Tratar de cumplir los sueños hoy es más difícil que en los 80”.
Elvira Lindo critica el sesgo que los medios han tomado en España. “Hay mucha TV basura. Eso no tiene nada que ver con la libertad sino con la degradación cultural. Y eso perjudica, sobre todo, a los más desfavorecidos. Todo se hace cada vez más bronco y sectario. Es algo inesperado. Los indignados del 15 M parecen mostrar a una juventud más comprometida pero también más desencantada”.

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